La respuesta es muy fácil: amar lo que hace. Porque cuando disfruta de hacer lo que le gusta, le da igual madrugar o quedarse hasta tarde. No le importa invertir lo que sea; tiempo, dinero, horas de sueño; porque sabe que valdrá la pena. No sabe si tendrá éxito, pero vale la pena, porque es para ella. Es de ella, para ella.
Su emprendimiento es lo único que es 100% suyo. Ni su trabajo, ni su marido, ni su familia, ni sus hijos (nosotros somos de ellos); son tan suyos como esto. Esa idea, eso que con tanto amor y dedicación comenzaste a visualizar, asà bien de a poquito. Inspirándote en cualquier cosa, en cualquier lugar, en cualquier sueño.
Una mujer emprendedora brilla por sà sola.
Dedicado a ustedes, que se atreven y emprenden.
